¿Es realmente necesario perdonar para sanar?

Hablando en general (al menos para los millennials y generaciones mayores), a los hombres nos enseñaron a pelear batallas difíciles y aguantar en tiempos de crisis. Nos criaron para no llorar, para mantenernos “fuertes” aunque estuviéramos rotos por dentro—física o emocionalmente. En la iglesia nos decían que había que “ser como Jesús” y perdonar, pasara lo que pasara, porque eso es lo que Él haría.

Muchos de nosotros fuimos lastimados emocionalmente por nuestros padres, pero teníamos que perdonarlos porque, bueno… eran nuestros padres. Otros sufrieron daños físicos por parte de sus hermanos o, peor aún, de sus parejas, pero tenían que perdonar porque “los amaban” y porque “eso haría Jesús”.

Pero dime algo: ¿cuántas veces has perdonado de verdad a alguien? ¿Qué significa siquiera perdonar? Por lo que yo entiendo, se trata de soltar esas emociones negativas—enojo, celos—cuando alguien que te importa (con intención o no) hace algo que te duele. Significa no volver a sacar el tema ni usarlo en su contra (perdón por mi definición larguísima y medio inventada—se me prendió el chip de abogado).

Personalmente, he “perdonado” a mucha gente, pero casi nunca solté lo que sentía. Simplemente dije que los perdonaba para mantener la paz. Pero por dentro… no lo había hecho. Y cuando eso pasa una y otra vez con la misma persona, esos sentimientos no resueltos se van acumulando.

¿Y sabes qué? ¿Realmente está mal eso? ¿Alguna vez te has planteado que no estás obligado a perdonar? ¿Qué es peor: fingir que perdonaste o cargar con lo que sientes? Yo diría que fingir es peor. Sé que Jesús siempre va a perdonar—ese es su lema. Pero yo no soy Jesús. No soy perfecto. A veces me enojo. A veces, simplemente no quiero perdonar. Y eso está bien (mientras te hagas cargo de tus emociones y no las descargues en los demás).

Aceptar esas emociones, en vez de esconderlas, me ha ayudado a superar situaciones que pensaba que ya había perdonado. Con el tiempo me di cuenta de que mis papás me habían lastimado de formas que no alcancé a entender de niño, y que eso influyó mucho en quién soy hoy. Al principio, me dio mucho coraje. Luego, con el tiempo, intenté perdonarlos—no porque me lo pidieran ni porque mostraran arrepentimiento, sino simplemente porque eran mis papás. Y fue un error.

Hoy, con 31 años, he madurado lo suficiente para entender que hicieron lo mejor que pudieron con lo que tenían. Eso no significa que lo que hicieron estuvo bien o mal—solo que es parte de mi historia. Sé que se equivocaron, pero no puedo retroceder el tiempo. Me toca vivir con eso. Y ¿sabes qué? No los he perdonado. Pero tampoco siento la necesidad de hacerlo. Ya no estoy enojado. Me di cuenta de que permitirme sentir esas emociones y procesarlas, en lugar de forzar el perdón, me ha hecho una persona más madura.

El perdón está romantizado. Haz lo que te siente mejor.

Anterior
Anterior

🐸🦎EL VIAJE DEL CAMALEÓN🦎🐸

Siguiente
Siguiente

¿WTF con el espacio personal de mi bebé?