🐸🦎EL VIAJE DEL CAMALEÓN🦎🐸

Algo que me tomó varios años aprender —y sobre todo aceptar— es que esta vida se trata de momentos. Hay momentos efímeros y otros duraderos; momentos buenos, y también malos.

Entender que somos una compilación de momentos que suceden desde la cuna y hasta el ataúd, cambió mi perspectiva de vida. Y es que desde mi adolescencia, siempre tuve problemas con definir mi carrera, sentía que, a los 18 años era demasiado joven para decidir qué es lo que haría el resto de mi vida.

Tuve la suerte de elegir una profesión de la que me enamoré, sobre todo cuando la ejercí: el Derecho. Ojalá todos tuvieran la suerte que tuve para elegir correctamente. Amaba lo que hacía, lo ejercía apasionadamente. Pero una vez más, la vida son sólo momentos.

Mi quiebre llegó cuando por azares de la vida, pierdo mi trabajo de ensueño y al mismo tiempo, se desató una serie de eventos desafortunados que me impedían seguir ejerciendo.

Cuestioné y señalé tanto a ese Rodrigo de tan sólo 18 años que se inclinó por el Derecho, lo critiqué, juzgué y señalé despiadadamente. No volví a ejercer mi carrera per se, y la vida, tan bondadosamente cruel como es, me enseñaría una muy valiosa lección.

Entonces, en el momento menos esperado, llegaron demasiadas bendiciones a mi vida: me casé con el amor de mi vida y me abrazó y me acogió un negocio donde apliqué todos mis conocimientos jurídicos, financieros y de negocios.

Las bendiciones estaban ahí, pero simplemente no las veía, mi brújula estaba descompuesta y mi vista nublada, me encontraba navegando sin rumbo por la vida, y todo porque mi sueño profesional se truncó. Hasta que un buen día, me pregunté: ¿Quién es Rodrigo?

¡Vaya cuestionamiento filosófico y subjetivo! Pero descubrí que soy más que un título profesional, llegué a la conclusión de que, hoy soy todos esos momentos efímeros, duraderos, buenos y malos que había vivido.

Hoy, soy ese mocoso de 18 años que estudió derecho y trabajó para un despacho top, atendiendo clientes multinacionales, pero que antes de eso, trabajó en teleperformance y en cinemex para sobrevivir; también soy un guitarrista que gracias a sus habilidades musicales, consiguió beca para estudiar la facultad; soy un emprendedor quien, junto con su entonces novia y ahora esposa, descubrieron el mundo de los negocios cuando empezaron de cero una revista; soy padre de una hermosa princesa a la que me encanta llevar de viaje; soy empresario de exitosos negocios que generan empleos para mucha gente; soy un afortunado esposo de una increíble mujer, soy un bendecido hijo de Dios.

Hoy soy un camaleón, que acepta con orgullo su realidad y navega por la vida adaptándose a cada momento que sucede, uno a la vez.

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¿Es realmente necesario perdonar para sanar?